Un artículo de opinión de Miren Loyola, Directora de Servicios Corporativos de Velatia
En el sector industrial trabajan 170 millares de personas, lo que supone un 18,7% del total de las personas empleadas en Euskadi. Es fundamental reconocer aquellos agentes que, con trabajo y constancia, han logrado establecer modelos de negocio industriales exitosos para lograr nuevos casos de éxito que sigan guiándonos por la senda del crecimiento económico y, por consecuencia, del estado del bienestar.
“Es importante echar un vistazo a lo que fuimos para comprender lo que somos”
Esta afirmación, que bien podríamos encontrar en un libro de autoayuda, tiene, sin embargo, perfecto encaje en el modelo y dinámicas económicas de nuestra sociedad y más aún cuando hablamos de un territorio con una historia tan ligada a la industria como es Euskadi. Una región en la que, si bien se respira industria y producto, hemos visto ir disminuyendo la consideración de un sector que representa casi una cuarta parte de nuestro producto interior bruto y que nos ha convertido en un polo de competitividad muy atractivo para la actividad económica.
Puede que quienes nacimos y crecimos entre virutas de metal y con el ruido de la maquinaria como banda sonora tengamos una especial sensibilidad a esta realidad fabril pero lo cierto es que, vivencias personales aparte, nuestra historia se encuentra repleta de valientes aventuras empresariales que acabaron por convertirse en grandes realidades industriales. Resulta imposible enumerarlas todas, pero a buen seguro que a usted, querido lector, le viene algún ejemplo a la cabeza. Y es que esta huella industrial forma parte indivisible de nuestra cultura, es imposible explicar el modelo de nuestra sociedad y su complejidad sin encontrar en la industria al catalizador de los grandes cambios que hemos experimentado.
Quizá, y yendo en contra del mantra de que los vascos somos “mucho de hacer y poco de contar”, sea hora de sacar pecho por estas aventuras y dar a conocer la capacidad de la industria para traccionar la economía y mejorar nuestra calidad de vida. Quizá, y solo quizá, sea hora de que nuestros jóvenes, haciendo hincapié en nuestras jóvenes, conozcan y exploren las posibilidades que el sector secundario ofrece para su desarrollo profesional y personal, y cómo en él encontrarán empleos especializados, estables y con una retribución superior a otros empleos mucho más “trendy” y “cool” que ahora copan la atención general. Cabe señalar en este punto que 170 millares de personas trabajan en el sector industrial, lo que supone un 18,7% del total de las personas empleadas en Euskadi .
Porque nuestra asignatura pendiente es poner a la industria de moda, y eso pasa por dar valor a contar además de a hacer.
Quizás también debamos hacer un examen de conciencia las anteriores generaciones, que no hemos sabido transmitir a nuestros hijos que el futuro no es ser youtuber, sino ser soldador. Es posible que, fruto de las múltiples crisis industriales (naval, siderurgia, papel, por citar algunas), nuestros hijos vieron la industria como un mal lugar al que ir. Tal vez, incluso oyeron eso de “hijo mío (o hija mía), estudia, que así tú no irás a la fábrica”.
Por esto, es momento de intensificar nuestra apuesta por la industria vasca, impulsando aquellas iniciativas de carácter distintivo que permitan atender a nuevas necesidades y realidades industriales y afrontar los grandes retos sociales.
Debemos fijar el rumbo, con decisión y firmeza, hacia la generación de energías limpias, la electrificación de las redes de transporte o la digitalización y modernización de nuestra industria y sociedad. También deberíamos continuar reformando nuestro tejido industrial, impulsando una cadena de alto valor añadido que nos permita seguir creciendo en nuestras exportaciones y nos aleje de una guerra de competencia con países en vías de desarrollo, una situación que sólo aportaría vulnerabilidad a nuestra economía. Y es que la respuesta no se encuentra en un simple aumento de la producción, sino en una vital escalada tecnológica de los servicios industriales.
En este sentido, hay que reforzar el avance de nuestro sector industrial hacia un mayor uso del Internet de las Cosas (IoT) y el aprovechamiento del Big Data o la Inteligencia Artificial. Realidades, que no tendencias, que hoy por hoy aún se encuentran lejos de estar extendidas en todo el tejido industrial de nuestro país.
Necesitamos cambios, claro está. Pero dichos cambios no pueden llegar solamente a través del esfuerzo aislado de algunos sino de la decisiva colaboración entre todos los grupos de interés que participamos en la cadena de valor. Es necesario que tanto instituciones públicas como empresas, centros educativos y organizaciones sectoriales potenciemos aún más nuestros cauces de colaboración, generando iniciativas reales y sólidas en el tiempo. Iniciativas como la vizcaína “Industria Erronka”, con la que damos a conocer la importancia del sector industrial a nuestros jóvenes, deben servirnos de inspiración para seguir trabajando en generar un ecosistema favorable para apuntalar e incrementar la importancia de nuestro sector secundario.
Pero esto no es todo. Debemos también confiar en aquellos agentes que, con trabajo y constancia, han logrado establecer modelos de negocio industriales exitosos para lograr nuevos casos de éxito que sigan guiándonos por la senda del crecimiento económico y, por consecuencia, del estado del bienestar. Escuchar a los referentes de nuestro entorno es asignatura obligatoria para poder afianzar una estrategia a largo plazo que resulte exitosa. En la medida en que formo parte de un proyecto familiar, industrial y tecnológico como es Velatia, con una dilatada trayectoria de más de cincuenta y cinco años en el mundo de las redes energéticas y de comunicaciones, creo firmemente en la vital importancia de apoyar, proteger y escuchar a nuestro nutrido tejido industrial y a quienes, día a día, ponen su talento a disposición de él. Porque ellos son nuestros aventureros, no lo olvidemos.
Nuestro gran reto es creer de nuevo en lo que somos, siendo conscientes de la gran oportunidad que tenemos por delante pese a las adversidades. Una situación que poco tiene de excepcional y que recuerda a otros momentos históricos que ya hemos vivido. Confiemos de nuevo en nuestros aventureros y pongamos a la industria de moda: es nuestra obligación.
Artículo publicado en la newsletter de Deusto Business Alumni