
El centro de transformación es un elemento que, pese a nuestro desconocimiento, resulta fundamental para que la red eléctrica funcione como un reloj suizo
Quién más quién menos ha pasado, sin saberlo –o quizá sí-, por delante o por encima de un centro de transformación eléctrico. Ya sea paseando por la ciudad o por el campo, estos elementos clave en nuestro día a día son extraños objetos cotidianos que, salvo que tengas una amiga electricista o hayas leído un artículo sobre cómo llega la energía a nuestros hogares, rara vez llegamos a comprender e identificar. Lo cierto es que muy poca gente conoce la verdadera importancia de estos centros de transformación y cómo logran que, gracias a un crucial e innovador desarrollo tecnológico, utilicemos la energía en nuestros hogares, centros de trabajo o diferentes instalaciones públicas. En definitiva, estos desconocidos, cuya función vamos a desvelar hoy, son uno de esos misterios cotidianos que tanta fascinación provocan en personas acostumbradas a hacerse preguntas. ¿Te pica la curiosidad? Pues vamos a por ello.
Vayamos por partes. Quizá lo principal sea explicar, de una manera muy rápida, cómo funciona la red eléctrica. Nosotros, los consumidores, formamos parte de un largo eslabón donde la disponibilidad continua de energía, la seguridad de la infraestructura y la intercomunicación de esta resultan absolutamente necesarias. La red eléctrica es una suerte de teleraña compuesta por diversos elementos como cables, aparamenta eléctrica, postes, torres, subestaciones…
En definitiva, y para que nos entendamos, la energía llega desde diferentes fuentes de generación eléctrica que se podrían clasificar en dos grandes grupos: bien tradicionales o bien renovables.
Las primeras están lejos de nosotros –pensemos en una central de ciclo combinado situada a las afueras de nuestra ciudad-, por lo que la electricidad debe transportarse de manera eficiente hasta los núcleos urbanos: es ahí cuando la energía se pasa a alta tensión. Esta se transporta mediante el cableado situado en torres de alta tensión hasta una subestación eléctrica, que permite disminuir su voltaje y reducirlo de alta a media tensión. Así, se reducen riesgos y la energía ya está lista para su distribución en puntos de consumo.
Por contra, la energía generada por las renovables vive un viaje sustancialmente diferente; ya que se transporta directamente en media tensión hasta las subestaciones que se encuentran en las proximidades de nuestras ciudades. Además de que, en muchas ocasiones, esta energía se genera dentro de los propios entornos de los edificios, equipados con sistemas como paneles fotovoltaicos, por lo que acceden de manera directa a los sistemas de alimentación eléctrico de estos.
Todo esto está muy bien, pero ¿cuándo entran en juego los famosos centros de transformación? Pues bien, estos harían las veces de grandes controladores y repartidores de energía en la gran maraña que es la red eléctrica. Si hablásemos en términos futbolísticos, los centros de transformación serían los mediocentros creativos, cruciales para repartir el juego con inteligencia y midiendo, en todo momento, hacia dónde pasar la pelota. Situados en las salidas de las subestaciones hacia nuestras redes eléctricas, los CTs –su abreviatura- distribuyen y reparten la energía eléctrica por zonas de consumo gracias a sofisticados sistemas de protección y automatización de la red, como los implementados por Ormazabal, empresa referente en el sector. Así, la telaraña se va transformando, alrededor de los puntos de consumo, en anillos interconectados gracias a la labor de los CTs.
Todo esto permite asegurar el suministro, la explotación racional de los recursos y la seguridad del entorno de consumo de energía eléctrica, consiguiendo una distribución eléctrica eficiente, segura y sostenible; capaz de abastecer y adaptarse a las diferentes necesidades de demanda energética existentes. Sin nuestros extraños amigos tendríamos un gran problema, ya que nos quedaríamos sin energía eléctrica. Así de importantes son. Y es que están presentes en zonas residenciales, centros comerciales, fábricas, hospitales, vías de ferrocarril, carreteras, electrolineras… Y así un larguísimo e interminable etcétera.
Pues bien, ahora que ya sabemos cuál es su labor, ya sólo queda conocer de qué están compuestos y cómo funcionan.
¿De qué se compone, qué tipos hay y cómo funciona un centro de transformación?
Un centro de transformación se compone de cinco grandes elementos:
- Envolvente: Se trata del revestimiento del centro. Existen revestimientos de hormigón prefabricado, de chapa o incluso de obra civil basados en ladrillo.

- Transformador: Es el elemento principal del CT y se trata de un elemento eléctrico que permite aumentar o disminuir la tensión de un circuito eléctrico para su posterior distribución.

- Celda: Este elemento –que protagoniza la complejidad y el desarrollo tecnológico del centro- se utiliza para diferentes funciones según su tipo, pero vendría a ser un gran interruptor que corta o deja fluir la energía eléctrica. Para ello, es fundamental el desarrollo tecnológico que se ha producido, obteniendo una solución que permite operar la red en valores de media tensión con total seguridad para el operario y la red en las condiciones más adversas.
Celda CGMCOSMOS 2LV de Ormazabal